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Cada 15 de febrero se conmemora en todo el mundo el Día Internacional del cáncer infantil, instituido desde 2001 por la Organización Internacional de Padres de Niños con Cáncer en Luxemburgo. Esta fecha busca dar visibilidad a los niños afectados por esta enfermedad, además de sensibilizar y concientizar a la comunidad respecto de la importancia de este problema y de la necesidad de un acceso rápido tanto al diagnóstico como a los tratamientos adecuados.

El cáncer infantil es una patología que consiste en el crecimiento anormal de células malignas que se diseminan en el interior del cuerpo. Suele atacar a los niños en edades muy tempranas y, al menos hasta el momento, se desconocen las causas que lo provocan, por lo que no puede prevenirse. 

Este padecimiento es la primera causa de muerte infantil a nivel mundial, mientras que en nuestro país se estiman alrededor de 1400 nuevos casos de cáncer infantil por año, lo que determina que hasta 450 menores de 15 años mueran por causa de esta enfermedad cada año. 

La detección temprana del cáncer, el diagnóstico oportuno y el correcto manejo de la enfermedad pueden mejorar el pronóstico del niño, aumentar las posibilidades de cura y disminuir los efectos secundarios a largo plazo. Para ello es primordial el rol del médico pediatra en la detección de la patología.

Entre los posibles síntomas relacionados con cáncer se destacan: 

  • Fiebre, pérdida de peso y apetito, palidez, debilidad, sangrados o hematomas espontáneos, persistentes e inexplicables. 

  • Tumores en abdomen, pelvis, cuello y cabeza, extremidades, testículos.

  • Aumento del tamaño de los ganglios linfáticos.  

  • Dolor óseo, articular, fracturas espontáneas.

  • Pupilas blanquecinas, estrabismo, ceguera o pérdida de visión, protuberancia del globo ocular. 

  • Signos neurológicos como cambios de conducta, disminución del rendimiento escolar, trastornos del equilibrio o la marcha, cefalea, aumento del perímetro cefálico, convulsiones.

  • Vómitos matinales, estados febriles recurrentes no relacionados con infecciones.

Más allá de lo duro que puede resultar para el paciente y su familia transitar esta enfermedad y su tratamiento, es importante recordar que los niños necesitan jugar, ir a la escuela, distraerse, relacionarse, insertarse socialmente, crecer y desarrollar sus potenciales.